Cuando decidimos ser mamá, comenzamos a darnos cuenta que nuestro tiempo es “oro”.
También que las prioridades cambian, nuestro cerebro se enfoca en la gestación y el nacimiento de nuestro bebé.
Comenzamos a mirar la sociedad y el entorno con otros ojos, nos atraviesa esta nueva experiencia y junto a ella evaluamos otras vivencias que antes naturalizamos.
Por ejemplo, tener un trabajo de 9 u 8 horas, que nos llena de estrés, falta de tiempo, y que muchas veces se convierte en rutinario.
Cuando nuestro foco se desvía hacia el lado de la maternidad, podemos comenzar a sentir que esto cambia, que necesitamos estar más en casa, más cerca de nuestros pequeños, verlos crecer, compartir momentos. Para eso no sólo necesitamos el tiempo real, sino también la disponibilidad emocional. Muchas veces el trabajo nos consume tanta energía que llegamos a casa cansadas, sin ganas de compartir, sin disposición y cuando tomamos contacto con eso, muchas veces sentimos culpa. Por no poder estar con nuestros hijos de la manera que hubiésemos imaginado, por no ser respetuosas con nuestras crianzas, también por no tener el lugar para poder expresar esto que sentimos.
Hace un tiempo, en una nota de radio la periodista me preguntó si los cambios que tenemos las madres en nuestro cerebro tiene que ver con generar una creatividad “distinta”. Ha notado que muchas mujeres al convertirse en madres comienzan a emprender y dejan sus trabajos “fijos de 8 horas”. Este pensamiento me hizo reflexionar acerca de cuánto nos sostiene el mundo laboral cuando somos madres. Todavía hay lugares de trabajo donde preguntan en la primera entrevista “pensas ser mamá?” (Esto tomado de palabras de una mamá que asistió a un grupo terapéutico de puerperio), cómo si esto fuera un impedimento para ocupar ese puesto de trabajo. Todavía se nos señala por ser mujeres y estar en edad reproductiva.
Quizás por el miedo de que el trabajo esté en segundo plano y tengamos que cuidar a nuestro hijo/a si se enferma, o llevarlo al médico o asistir a algún evento de la escuela. Muchas veces no proveen de un lugar adecuado para extraer leche y poder sostener la lactancia. Destaco las palabras de Esther Vivas en su libro “Mamá desobediente” : “La lactancia materna sólo es posible en una sociedad que la favorezca y la nuestra no lo hace. Para que dar la teta sea un derecho universal necesitamos cambios en la organización del mercado del trabajo, los permisos de maternidad, las regulaciones y códigos culturales para poder
amamantar en público”
En estos tiempos de teletrabajo, tampoco nos otorgan el permiso para realizarlo si fuera posible. En otros casos tampoco existe la empatía de que una mamá vuelve a los 3 meses de haber parido a su bebé, estando en puerperio y claro está (o no) que muchas veces no puede responder de las mismas maneras a las exigencias que conlleva las tareas que deben hacer. Es muy importante esto último ya que como sociedad debemos tener en cuenta que el sostén de las maternidades es un tema de la sociedad
Hablamos de colectivo, ya que esa mamá que gesta es la que va a traer ese niño/a al mundo y debe poder realizarlo en el mejor ambiente posible. Gestan las infancias que son los/las adultos que habitarán el mañana. Parece macro verlo así, pero debemos pensar que esto es una realidad.
Entonces como madres surge la necesidad de dar otro significado y otra impronta al trabajo. El emprender trae otra flexibilidad, el poder tomarnos el tiempo para estar con nuestros hijos, el poner nuestros límites, poder valorar lo que hacemos, generar otro tipo de redes y esto hace que nuestra creatividad aflore desde esta necesidad.
Nadie dijo que es un camino fácil! A veces trabajamos a horas que son “raras “ ya que lo hacemos cuando la casa está en silencio, o en “huecos” que tenemos, no siempre es fácil comenzar y saber cómo y qué hacer. Poner límites y valorizarnos tampoco se nos hace tan natural porque en general en el mundo laboral los demás ponen valor a lo que hacemos.
La buena noticia es que si encontramos redes de ayuda, otras madres que estén en este camino, preguntamos, investigamos y empezamos a generar algo, que es nuestro, es cómo “otro hijo” y lo vemos crecer de a poco, la sensación de satisfacción es única.
Espero haber sido de ayuda para reflexionar sobre algo que hoy sucede, que nos interpela y saber que, en esto, tampoco estás sola!
@circulo_de_maternidades | Psi. Fernanda Leites | 598 099 311531
Bibliografía: Esther Vivas, Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad. 6aedición. 2022